A veces para huir no hacen falta maletas. A veces para huir necesitamos olvidarnos de equipaje y pensamos, que a veces, para huir es necesario abandonar el pasado pero, casi siempre, huir es reconstruirnos con las cenizas del pasado.
Y renacer, en una mirada, en una canción de Led Zepellin, en una azotea de Madrid.
Y volver a destruirnos y me pregunto, si somos adictos a la destrucción, a reducir el corazón a latidos y pulsaciones, olvidarnos de que seguimos teniendo alas.
A veces, la destrucción es demasiado tentadora como para no dejarnos romper.
Y nos rompemos, nos reducimos a pedazos con acordes de guitarra, porque sé que a este lado de Gran Vía la vida es mucho más bonita, que me encanta recorrer los pasos de cebra de tu cuerpo, correr entre tus vacíos, entre tus negros y blancos, colgarme en tus extremos olvidando que existen las escalas de grises.
Y sólo sé que está empezando a escocer el corazón de vivir fuerte, y en cambio si no lo hiciera me dolería el alma. Que todos los planes de futuro se ahogaron en las playas del norte y que ya no hay futuro, porque la segunda sílaba se quedó en pasado.
No sé donde amaneceremos mañana así que huyamos, huyamos lejos, más allá del lado oscuro de la luna, sin carreteras al infierno y sin escaleras al cielo, huyamos hacia sitios desconocidos, más allá de los límites, donde nadie nos encuentre.
Te espero en el polo norte de Saturno, viendo amanecer y sin maletas, para empezar de nuevo.
Gafas de sol: Mister Spex // Corsé: Choies // Falda: Romwe
Bloggers! Perdón por esta espera tan larga, he estado ocupadísima con trabajos de clase y planteándome el blog desde otra perspectiva, quiero darle un giro...
Hoy os dejo unas fotos que me sacó Olaya, una chica de mi clase, en el Retiro.
Es un conjunto que me encanta por el aire romántico, y sin duda estoy tan enamorada de la falda...!
Mucho amor xx